lunes, 12 de octubre de 2015

Crónica



JOVEN ANESTESIADA


Una noche muy fría me encontraba sola en mi casa, decidí salir a dar una vuelta por el parque,  de repente empecé a sentir que me llamaba la atención el olor del de los cigarrillos que estaban fumando unos ¨pelados¨ que estaban allí, sentí tanta curiosidad que no aguante las ganas de acercarme y preguntarles que : ¿Dónde vendían eso? Me indicaron por cual callejón era, inmediatamente fui al sitio, era un espacio oscuro, solitario y con una energía infernal, se acerca uno de los ¨jibaros¨ y me pregunta si quería ¿marihuanita? Yo dije que sí, en ese momento  solo tenía $2.000 pesos y da la casualidad que eso valía el bareto, compre mi primer ¨cacho de yerba¨, regrese al parque, prendí el cigarrillo y a medida que iba fumando empezaba  a sentirme totalmente tranquila,  sentía que la soledad en la que estaba me llenaba completamente con felicidad y euforia,  estaba acostada en la manga mientras veía las estrellas y fumaba varios plomos.

Un día cuando salí del colegio en las horas de la tarde, fui al parque donde acostumbraba fumar, prendí el cigarrillo empecé a  gritar y a reírme sola, observaba que había gente que me estaba mirando muy extraño pero era tanta la placidez que tenia que no importaba, cada día me encantaba más fumar marihuana, gozaba sentir que era diferente a todos por ser una joven de 11 años que ya consumía.

Si,  tenía tan solo esa edad, vivía con mi Madre y mi Hermana, estaba en el grado quinto, el Barrio en el que vivía se llamaba la Ladera, no tenía amigos ya que no sentía que era necesario, me gustaba estar sola, la relación con mi Mamá no era muy buena puesto a que ella solo quería ¨montármela¨, entonces no teníamos una buena comunicación y tampoco me generaba confianza para contarle mis cosas ya que ella mantenía trabajando y cuando llegaba a la casa era solo a cuidar a mi Hermana y también a  ¨Joderme la vida ¨, no  podía ver que estaba  haciendo nada porque si no empezaba a gritarme.

¨Una tarde ella llego yo estaba acostada en el mueble escuchando música, ella bajo el volumen de la radio y empezó a reclamarme de porque estaban diciendo por el barrio que yo estaba fumando, sus gritos y su llanto hicieron que mi cuerpo se desesperara¨.
¨Carolina  pero que estás haciendo con tu vida¨ esas fueron las palabras de mi Mamá cuando se enteró que estaba en el vicio, ya no me sentía bien viviendo con ella, los gritos y las peleas cada día eran más constantes, me estaba ahogando en mi soledad y por eso decidí alejarme e irme de la casa, recuerdo que mi Mamá lloraba pero también se hacia la fuerte, eso era lo que más dolía porque sentía que no era suficiente su sufrimiento para evitar que me fuera, y eso fue lo que hice salí con una bolsa negra donde llevaba dos mudas de ropa: una falda con una blusa azul y un jean que mi ¨cucha¨ me había regalado en el cumpleaños.

Amaba consumir marihuana, esa sensación de que nada te importa, que eres sexy y loca, que todos te miran por ser diferente. El tener ese poder de mi vida sin que nadie me la jodiera era lo ¨máximo¨.

Empecé a vivir en la calle durante varios meses, no voy a negar que a pesar de que creía que me estaba comiendo el mundo no era así, el haber tenido esta experiencia hizo ver que fue muy duro, aunque siempre era muy dispuesta para todo, sentir  el frio de la noche sin poder tener una buena cobija me hacía recordar cuando estaba en mi casa, la agonía de hambre que sentía todos los días era doloroso, al final de todo tenía que buscar comida en las basuras. Hubo una tarde que fui a pedir un pan en una cafetería, el señor que estaba atendiendo me insulto,  dijo que me fuera, ese día me sentí muy mal pero también con mucha verraquera porque cada día afirmaba que este mundo era una ¨mierda¨.

  Iban pasando los días y yo seguía luchando por lo que  pensaba que era mi vida, a partir de ese momento después de tanto desespero de hambre empecé a robar a las personas, siempre vivía a la defensiva de aceptar que primero era yo, cuando llegaba la noche tenía que mirar en que rincón podía acomodarme para dormir.

Una casa verde que estaba abandonada, donde habitaban las personas más violentas, esta quedaba por el barrio tricentenario,  tuve la oportunidad de pagar varias ocasiones una pieza que costaba $5000 pesos, allí dormía en el suelo pero compartía la ¨pieza¨ con una Señora de 70 años llamada Martha, ella consumía bazuco, todos los bazuqueros de  por ahí le decían ¨Mamá¨, me parecía una ¨tesa¨ ya que estudio antropología, viajo por todo el mundo y fue una persona que marco mi vida totalmente, ya que siempre estaba conmigo en las buenas y en las malas durante el tiempo que  viví en la calle. ¨siempre la recordare¨.

También conocí un lugar donde transitaban todos los neas y sacoleros, ¨representaba una total calentura¨, pero sin embargo siempre he sido muy ¨parada¨ entonces también conocí gente que estaba conmigo en todo momento. Un día uno de mis ¨parceros¨ me presto una navaja para que pudiera conseguirme lo mío es decir robando, este ¨man¨ me dijo que probara lo que era bueno para no sentir miedo: el sacol, cuando empecé a inhalar sentí que estaba en un viaje completo, que mi cuerpo se iba calentando segundo a segundo y me llevo a  tanta adrenalina que en ese momento salí corriendo a robar a un señor que estaba bien vestido, le dije : ¨entonces que gonorrea me da la plata o le meto el chuzo pirobo¨ arranque inmediatamente cuando entrego el celular, con la plata que tenía, lo primero que hice fue comprar vicio pero ya no solo era marihuana sino también un tarro de sacol. 

Pasaban los días y yo me entregaba más al mundo de las drogas es algo que me duele, el tarro amarillo llamado también pegante es ahora mi droga de impacto en cuanto a que consumo diariamente mezclándolo con marihuana.

Un sábado en la noche estaba en una cera por el centro con mi tarro de pegante, en ese momento observe que una mujer se estaba acercando cuando me di cuenta que era mi Mamá, ella inmediatamente me agarro del brazo y yo estaba tan colina y sacolera que causo rabia en mí, cuando vi que mi  mano derecha levantó vuelo y con una cachetada volteé la cara de mi Madre, ella tocó el lado de la cara lastimado, y lágrimas rodaron por sus mejillas prontamente se fue y yo seguí anestesiándome más y más.

“No critico a la gente que se droga, creo que las personas que lo hacen deben sentirse muy solas, vacías, sin rumbo y sin motivación,  también pienso que no existen malas personas que solo hay prójimos que tienen su forma de sobrevivir¨.

Ahora soy una joven de 13 años con la idea de encontrarle un rumbo a mi vida, pertenezco como residente en una fundación de rehabilitación, a pesar de todo mi familia siempre estuvo ahí, mi Madre lucho conmigo hasta que el final  me ayudo a aceptar que tengo un problema- enfermedad,  que tengo que recuperarme, al fin al cabo era una venda que tenía  por creer que ¨El mundo es mucho mejor con anestesia para que no duela tanto.¨

¨Drogarte, te hace igual que todos¨- Marcela Lecuona

Luisa María Villalobos cañas 

No hay comentarios:

Publicar un comentario