JOVEN ANESTESIADA
Una noche muy fría me
encontraba sola en mi casa, decidí salir a dar una vuelta por el parque, de repente empecé a sentir que me llamaba la
atención el olor del de los cigarrillos que estaban fumando unos ¨pelados¨ que
estaban allí, sentí tanta curiosidad que no aguante las ganas de acercarme y
preguntarles que : ¿Dónde vendían eso? Me indicaron por cual callejón era,
inmediatamente fui al sitio, era un espacio oscuro, solitario y con una energía
infernal, se acerca uno de los ¨jibaros¨ y me pregunta si quería ¿marihuanita?
Yo dije que sí, en ese momento solo
tenía $2.000 pesos y da la casualidad que eso valía el bareto, compre mi primer
¨cacho de yerba¨, regrese al parque, prendí el cigarrillo y a medida que iba
fumando empezaba a sentirme totalmente
tranquila, sentía que la soledad en la
que estaba me llenaba completamente con felicidad y euforia, estaba acostada en la manga mientras veía las
estrellas y fumaba varios plomos.
Un día cuando salí del colegio
en las horas de la tarde, fui al parque donde acostumbraba fumar, prendí el cigarrillo
empecé a gritar y a reírme sola,
observaba que había gente que me estaba mirando muy extraño pero era tanta la placidez
que tenia que no importaba, cada día me encantaba más fumar marihuana, gozaba
sentir que era diferente a todos por ser una joven de 11 años que ya consumía.
Si, tenía tan solo esa edad, vivía con mi Madre y
mi Hermana, estaba en el grado quinto, el Barrio en el que vivía se llamaba la
Ladera, no tenía amigos ya que no sentía que era necesario, me gustaba estar
sola, la relación con mi Mamá no era muy buena puesto a que ella solo quería ¨montármela¨,
entonces no teníamos una buena comunicación y tampoco me generaba confianza
para contarle mis cosas ya que ella mantenía trabajando y cuando llegaba a la
casa era solo a cuidar a mi Hermana y también a ¨Joderme la vida ¨, no podía ver que estaba haciendo nada porque si no empezaba a
gritarme.
¨Una tarde ella llego yo
estaba acostada en el mueble escuchando música, ella bajo el volumen de la
radio y empezó a reclamarme de porque estaban diciendo por el barrio que yo
estaba fumando, sus gritos y su llanto hicieron que mi cuerpo se desesperara¨.
¨Carolina pero que estás haciendo con tu vida¨ esas fueron las palabras de mi Mamá cuando se enteró que estaba en el
vicio, ya no me sentía bien viviendo con ella, los gritos y las peleas cada día
eran más constantes, me estaba ahogando en mi soledad y por eso decidí alejarme
e irme de la casa, recuerdo que mi Mamá lloraba pero también se hacia la
fuerte, eso era lo que más dolía porque sentía que no era suficiente su sufrimiento
para evitar que me fuera, y eso fue lo que hice salí con una bolsa negra donde
llevaba dos mudas de ropa: una falda con una blusa azul y un jean que mi
¨cucha¨ me había regalado en el cumpleaños.
Amaba
consumir marihuana, esa sensación de que nada te importa, que eres sexy y loca,
que todos te miran por ser diferente. El tener ese poder de mi vida sin que
nadie me la jodiera era lo ¨máximo¨.
Empecé a vivir en la calle
durante varios meses, no voy a negar que a pesar de que creía que me estaba
comiendo el mundo no era así, el haber tenido esta experiencia hizo ver que fue
muy duro, aunque siempre era muy dispuesta para todo, sentir el frio de la noche sin poder tener una buena
cobija me hacía recordar cuando estaba en mi casa, la agonía de hambre que
sentía todos los días era doloroso, al final de todo tenía que buscar comida en
las basuras. Hubo una tarde que fui a pedir un pan en una cafetería, el señor
que estaba atendiendo me insulto, dijo
que me fuera, ese día me sentí muy mal pero también con mucha verraquera porque
cada día afirmaba que este mundo era una ¨mierda¨.
Iban
pasando los días y yo seguía luchando por lo que pensaba que era mi vida, a partir de ese
momento después de tanto desespero de hambre empecé a robar a las personas,
siempre vivía a la defensiva de aceptar que primero era yo, cuando llegaba la
noche tenía que mirar en que rincón podía acomodarme para dormir.
Una casa verde que estaba
abandonada, donde habitaban las personas más violentas, esta quedaba por el
barrio tricentenario, tuve la
oportunidad de pagar varias ocasiones una pieza que costaba $5000 pesos, allí dormía
en el suelo pero compartía la ¨pieza¨ con una Señora de 70 años llamada Martha,
ella consumía bazuco, todos los bazuqueros de
por ahí le decían ¨Mamá¨, me parecía una ¨tesa¨ ya que estudio antropología,
viajo por todo el mundo y fue una persona que marco mi vida totalmente, ya que
siempre estaba conmigo en las buenas y en las malas durante el tiempo que viví en la calle. ¨siempre la recordare¨.
También conocí un lugar donde
transitaban todos los neas y sacoleros, ¨representaba una total calentura¨,
pero sin embargo siempre he sido muy ¨parada¨ entonces también conocí gente que
estaba conmigo en todo momento. Un día uno de mis ¨parceros¨ me presto una
navaja para que pudiera conseguirme lo mío es decir robando, este ¨man¨ me dijo
que probara lo que era bueno para no sentir miedo: el sacol, cuando empecé a
inhalar sentí que estaba en un viaje completo, que mi cuerpo se iba calentando
segundo a segundo y me llevo a tanta
adrenalina que en ese momento salí corriendo a robar a un señor que estaba bien
vestido, le dije : ¨entonces que gonorrea me da la plata o le meto el chuzo
pirobo¨ arranque inmediatamente cuando entrego el celular, con la plata que
tenía, lo primero que hice fue comprar vicio pero ya no solo era marihuana sino
también un tarro de sacol.
Pasaban los días y yo me entregaba más al mundo de
las drogas es algo que me duele, el tarro amarillo llamado también pegante es
ahora mi droga de impacto en cuanto a que consumo diariamente mezclándolo con marihuana.
Un sábado en la noche estaba
en una cera por el centro con mi tarro de pegante, en ese momento observe que
una mujer se estaba acercando cuando me di cuenta que era mi Mamá, ella
inmediatamente me agarro del brazo y yo estaba tan colina y sacolera que causo
rabia en mí, cuando vi que mi mano derecha levantó vuelo y con una cachetada
volteé la cara de mi Madre, ella tocó el lado de la cara lastimado, y lágrimas
rodaron por sus mejillas prontamente se fue y yo seguí anestesiándome más y
más.
“No critico a
la gente que se droga, creo que las personas que lo hacen deben sentirse muy
solas, vacías, sin rumbo y sin motivación, también pienso que no existen malas personas
que solo hay prójimos que tienen su forma de sobrevivir¨.
Ahora soy una
joven de 13 años con la idea de encontrarle un rumbo a mi vida, pertenezco como
residente en una fundación de rehabilitación, a pesar de todo mi familia
siempre estuvo ahí, mi Madre lucho conmigo hasta que el final me ayudo a aceptar que tengo un problema- enfermedad,
que tengo que recuperarme, al fin al
cabo era una venda que tenía por creer
que ¨El mundo es mucho mejor con anestesia para que no duela tanto.¨
¨Drogarte, te hace igual que
todos¨- Marcela Lecuona
Luisa María Villalobos cañas